Wednesday, December 27, 2006

Colombia al 2019: ¿La reforma que requiere el país?

El tiempo pasa, es una verdad tan cierta, que las huellas dejadas en la humanidad al paso de la historia, cambian y transforman vidas y en algunos momentos tienden a repetirse. Pero la sentencia no es: “Quien no conoce la historia está condenado a repetirla”, simplemente la historia se construye con el aporte individual y colectivo, de manera casi inconsciente para algunos, pero totalmente planificada para otros. Aquellos que advierten el devenir histórico y plantean formas de intervenir la historia pueden tener algún nivel de éxito, si la mezcla entre poder y astucia logra garantizar sus frutos.

Colombia ha estado inmersa en luchas de poder por centurias. Algunas guerras y escaramuzas de orden nacional ocurrieron, pero aún persiste la angustia de saber que el final de la confrontación no está cerca, o por lo menos eso parece. La violencia partidista, la concentración del poder económico y político, el narcotráfico, la guerrilla, gobernantes corruptos, los paramilitares, el Estado injusto, incompetente y centralista fueron y son leña constante para el fuego que cada vez se hace más insoportable.

La reflexión va más allá. Finalmente cada uno de estos anteriores factores, en donde existen ordenadores, medios, estrategias y mecanismos de presión, tiene que entender que es imposible ganar su propia lucha. La guerra partidista fue un total fracaso, la concentración de la riqueza aumenta odios, limita oportunidades y acrecienta la pobreza; el narcotráfico como proyecto de unos pocos destruye valores y perjudica a la nación, la guerrilla no tiene posibilidad de éxito en sus metas misionales, igual los paramilitares ahora reconocen sus errores y limitaciones. El Estado debe justificarse como factor que fortalece la unidad nacional, no en el sentido unitario, ordenador y centralista, sino como intérprete fiel de las realidades y proyectos colectivos de las regiones. La justicia social y la equidad regional no deben ser bandera política de algunos pocos, sino hacer parte de un proyecto reformador de carácter nacional. La lucha contra la corrupción es un deber nacional y no solo función de los organismos de control.

Siendo así el nivel de complejidad del país y la aceptación de la incapacidad de los proyectos políticos propios e intolerantes para llegar a su cometido, el país requiere la reforma política que ha sido aplazada por décadas y la construcción de un nuevo proyecto nacional. Desde este punto de vista es necesario desatascar el ordenamiento territorial, plantear y desarrollar una reforma fiscal que potencie, genere nuevos ingresos y redistribuya competencias y recursos. El proyecto de unidad nacional deberá tener el pleno respaldo de las naciones del mundo, pues algunas raíces subsisten en el escenario mundial. La lucha contra el narcotráfico debe ser una lucha mundial que ataque los puntos críticos y también responda por las raíces sociales del problema.

Existe un plan de gobierno propuesto como plan de Estado para cumplir unas metas en el 2019. El plan enfatiza en el equilibrio macroeconómico, en la lucha contra la pobreza según un enfoque asistencialista, preocupado más por las coberturas en servicios básicos. Tiene valor histórico pero le falta base social. Los grandes problemas del país son mucho más complejos y las soluciones deben nacer de otro tipo de proceso. La misión contra la pobreza y la visión centralista y unitaria del DNP no son suficientes para hacer de este propósito un proyecto nacional. El cambio requiere una reforma que sobrepase el nivel puramente técnico para trascender en lo cultural, que toque fundamentalmente el punto álgido de la concentración del poder económico y político y además sea tan sólido que logre generar confianza y esperanza de cambio real.

Tuesday, December 19, 2006

Compae Chigui y viejo Rolo. Conversatorio decembrino

-¿Compae Chigüi como vas?, saluda con suma cortesía el viejo Rolo.
- Aquí adornando la casa con luces, preparando todo pa la navidad.

Compae Chigüi cierra los ojos y empieza hacer remembranzas, recordaba aquellas navidades en las que compartía con toda su familia. Se siente verdaderamente nostálgico, le entristece ver como la navidad ha cambiado a través de los años. Por su mente pasan los momentos felices de unidad familiar, los juegos tradicionales, la comida servida en total armonía y felicidad. Sus manos tiemblan al poner el pesebre y al recordar cuando buscaba palitos y hierba fresca, hacia casitas con sus amigos de infancia, corría por los rastrojales y recogía cuanta piedra o cosa rara encontrara para vestir el pesebre.

- Definitivamente eran otros años viejo Rolo. Ahora los jóvenes están pendientes del televisor, de los juegos electrónicos, la música rara, la juerga y la buena ropa.
- Si, compae Chigüi, las cosas ya no son iguales. La comida se compra en el supermercado, los pavos prefabricados y los platos desabridos adornan la mesa. La familia está pendiente de la fiesta pero no del calor de hogar.

El viejo Rolo, de piel blanca como un queso, muestra sus brazos quemados por el sol, ya no le asustan los caños, los grillos y las lagartijas, pues han pasado muchos años desde que llegó de las montañas. Ahora adora el llano, ahora es su casa, su hogar por siempre.

- Viejo Rolo, ¿Que deseo pides para esta tierra que quieres tanto?, pregunta compae Chigüi.
-Yo quiero que los niños se formen en valores, que no se contaminen con las enseñanzas de esta sociedad corrupta. Que surjan nuevas opciones políticas, que los “patrones” electorales recuerden cuando y de donde nacieron, y que comprendan que esta tierra no es una finca, que se maneja abusivamente, se hereda o se negocia al primer postor.
- Si, viejo Rolo, yo quiero que la navidad vuelva a ser como era antes. Que este momento sirva de reflexión a todos los que tienen que ver con esta tierra. Que no ocurran más accidentes de transito, que se eduque el transeúnte, el conductor, el motociclista. Que paren los asesinatos, que los guerrilleros y paramilitares comprendan que la vida, la libertad y la familia son derechos inviolables.
- Tienes razón, compae chigüi. En esta tierra abundaba la gente resuelta y el civismo era nuestra gran cualidad; ahora parecemos parias, señalados como una tierra rica pero maltrecha, con malos gobernantes, políticos corruptos y una sociedad indolente.
- Pero no hay que perder las esperanzas viejo Rolo. También hay gente que está empeñada en cambiar la cara de esta tierra. Empiezan a surgir nuevas ideas que darán sorpresas el próximo año. También hay que confiar en los actuales mandatarios, deben ser garantes del cambio.
- Yo ya no confío en nadie. Primero hay que buscar la sobrevivencia. Esta cosa del trabajo está difícil, toca rebuscarse como sea o no hay regalos esta navidad.
- Tranquilo viejo Rolo. Como todos los años nos ayudamos. Camine pa la cocina y seguimos

hablando. Tenemos que preparar lo de la cena, este año mi toca a mí.
Abrazados, los dos amigos caminan echando cuentos. Recuerdan que la casa en el llano, es la casa de la familia, de los vecinos y los amigos solidarios. La casa es la fuente de cariño, de calor humano y también semilla de cambio.

Friday, December 15, 2006

Crisis ambiental: Crisis de todos.

¿Papá, es cierto que el hombre acabará con el planeta? La pregunta, producto de la curiosidad infantil y tal vez hecha con cierto aire de protesta, puede llegar a tener un contenido muy trascendental. El tema ambiental ya no interesa solamente a soñadores ambientalistas, muchas veces objeto de burla y desaprobación por estar supuestamente en contra del desarrollo de la humanidad y por construir ilusiones apocalípticas. Ahora es un tema que también interesa a los académicos y políticos. Sorprendió recientemente el llamado que hizo Tony Blair, primer ministro ingles, sobre la inminente catástrofe ambiental y el peligro que se ciñe sobre la isla en la cual se encuentra asentada la mayor parte de la población inglesa. También parece difícil creer que los demócratas y republicanos encuentren en el tema ambiental motivo de discurso para la próxima campaña presidencial en EEUU. Parece que en el mundo entero empieza a advertir que los efectos que promulgaban los supuestos locos ambientalistas del siglo pasado, eran y son evidentemente, fruto de una cordura sorprendente. En este siglo, podrían ser llamados locos los que de manera irracional no asumen una posición personal o colectiva frente a los terribles efectos del cambio climático provocado por la incesante pesadilla del desarrollo a costa del futuro de los próximos habitantes del planeta.

¿Pero cómo puede afectar a los colombianos un posible debacle ambiental?. Supuestamente, las cumbres heladas del parque los nevados desaparecerían, lo que ya se está ocurriendo en la Sierra del Cocuy; Cartagena sería una nueva Venecia, los Llanos Orientales un desierto, la Amazonia una gran planicie y San Andres un pequeño islote. La población se concentraría mucho más, el agua dulce sería el activo más preciado y el hambre acosaría a la población. Otros predicen que las grandes ciudades desaparecerían al hacerse insostenibles, para dar campo a cientos de ciudades medianas con esquemas de reutilización y manejo racional de recursos.

Bueno, lo cierto es que el tema ambiental ya no es algo que parezca una obstinación de románticos soñadores. Es algo que atañe a todos y de alguna manera cada uno tiene su cuota de responsabilidad. La comunidad internacional pide una nueva reunión para ratificar y hacer seguimiento a los resultados del Protocolo de Kyoto. Cada vez crece la presión para que los países más desarrollados y más contaminantes asuman su responsabilidad. Rusia ya dio el sí a ratificación del protocolo que busca la disminución progresiva de los gases que causan el efecto invernadero y el consecuente calentamiento global; faltan países tan importantes como China y EEUU, las potencias que se disputarán el liderazgo político mundial en el presente siglo. Pero la voluntad de cambio no solamente es deber de los gobiernos, académicos, los movimientos verdes o los nuevos políticos, es el momento de asumir un compromiso personal frente a la problemática ambiental. El uso racional del agua, el manejo de las basuras, la contaminación ambiental, el cuidado de los bosques, el reciclaje y esas campañas que muchas veces parecen inútiles, pueden generar una nueva cultura. Por eso, cuando su hijo le advierta sobre el cambio climático o la crisis ambiental causada por el hombre, piense bien cual va a ser su legado frente a esta situación y responda: – Listo papito, si es ya es ya.

Wednesday, December 06, 2006

La ciencia y el desarrollo regional

Entre el 28 y el 30 de noviembre de 2006, tuvo lugar en Bogotá el V Encuentro Universidad – Empresa – Estado, organizado por la Universidad Nacional de Colombia con la colaboración de la empresa privada y la participación de las universidades públicas y privadas del país. El evento contó con la connotada participación de expositores de diferentes partes del planeta. Cabe mencionar al profesor Henry Etzkowitz, de la Escuela de negocios de Newcastle, Reino Unido. El trató el tema de la transformación de las Universidades del mundo como resultado de la nueva concepción de articulación efectiva entre los actores: Universidad, la Empresa y Gobierno. Planteó que no existe una formula exacta que delimite el papel de cada actor respecto al desarrollo regional. Cada región tiene que encontrar el punto exacto de integración. Las opciones van desde el peso profundo del Estado en los países nórdicos, donde el papel del Estado ha sido crucial y preponderante en la transferencia de resultados de la investigación científica. Como ejemplo, señalaba Etzkowitz, la localización planificada y estructurada del Estado en la consolidación de un grupo de empresas como Ericsson que nacieron de un antiguo astillero. O caso contrario, el papel determinante de las multinacionales como Monsanto, en la transferencia de resultados. En ambos casos los resultados económicos pueden ser muy benéficos. No obstante, la diferencia radica en la calidad de los actores y en los intereses que los convoca a trabajar unidos. En países con un relativo atraso en ciencia y tecnología, el papel del Estado debe ser mucho más activo. Igualmente, las universidades requieren de una nueva cultura académica que rompa con el singular encapsulamiento funcional. Las universidades, especialmente las públicas, tienen su papel en la preservación colectiva del conocimiento, generando democratización de los resultados y equidad en la distribución de los beneficios. No se puede concebir una universidad que se niegue a ejercer su papel frente a las necesidades del entorno. Adicionalmente, en el campo de las políticas públicas, las estrategias de regionalización y la reasignación de presupuestos para ciencia y tecnología por demanda y oferta, en atención a las diferencias locales, pueden ser efectivas para jalonar un mejor desarrollo científico y tecnológico, como ha acontecido en países como Chile o España.

El conocimiento es la piedra angular del desarrollo en el siglo XXI. Es un asunto que no se ha entendido o se ha obviado, ya sea por conveniencias ideológicas, desmanes culturales o por intereses políticos o económicos de otra especie. Lo cierto, es que en algunos países se tienden a conformar élites científicas-empresariales que olvidan que el fin de la investigación no es satisfacer egos o bolsillos personales, sino atender las necesidades de la sociedad. En países como Colombia, lo esencial es entender que un Estado que no invierte lo suficiente en Educación, Ciencia y Tecnología, o una universidad que permanece enclaustrada o unos empresarios pasivos, pueden llegar a ser pilares del atraso de una región. Hay que resaltar, sin embargo, el interés que han tenido las universidades locales, especialmente Unillanos, en generar un proceso de integración.

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