Tuesday, June 06, 2006

Políticas de mano firme y corazón ausente

Una vez terminada la famosa “zona de distensión”, el recién iniciado gobierno de Uribe puso en práctica la estrategia de la seguridad democrática, por lo cual es Estado retoma los territorios antes abandonados. El modelo de desarrollo orientado a las exportaciones y las políticas neoliberales continúan afectando principalmente a las zonas rurales. Los cultivos transitorios están en crisis gracias a las condiciones de negociación del TLC. Los cultivos perennes aparecen en la agenda del gobierno, sin embargo la pobreza ligada a la tenencia de la tierra es desestima a la hora de considerar propuestas de inversión. Vale la pena analizar si los cultivos comerciales de gran escala tienen el impacto social que la promoción de alternativas productivas sostenibles en zonas de economía campesina o tienen punto de comparación con las estrategias de desarrollo endógeno que surgen como propuestas de algunos sectores sociales y académicos de la región. La propuesta gubernamental de desarrollar un gran proyecto de poblamiento en la altillanura debe ser analizada cuidadosamente y evitar que se convierta en otro error más del Estado[1]. Un Estado competente frente a los procesos regionales podrá consolidar algún día la paz soñada

[1] “El renacimiento de la Orinoquia Alta de Colombia: un megaproyecto para el mundo" consiste en la siembra de 6,3 millones de hectáreas de aceite de palma, pino caribe y caucho, en los próximos 20 años. Llegaran 5 millones de personas, que tendrán 1,5 millones de empleos. Según el Ministerio de Agricultura, “las plantaciones crearán el sumidero de dióxido de carbono de mayor magnitud del mundo, con un potencial de fijación de 25 toneladas por hectárea al año”, es decir, de 7.900 millones de toneladas durante 50 años, que permitirán su comercialización en el marco del protocolo de Kyoto.

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